La historia del kung-fu está ligada a la historia de China. Sus orígenes datan de 3.000 años a.C., bajo el reinado del Emperador Houang-Ti. Pero no fue hasta el siglo sexto en el que apareció el kung-fu moderno.
En efecto, en el siglo 527 el monje Ta-Mo (Bodhidarma) llega al monasterio de Shaolín, en la provincia de Honan. El monasterio que se encontraba en el lado norte del monte Shao-Shih, fue construido 150 años antes por el Emperador Su-Wen, Bodhidarma, veintiochoavo patriarca budista, que dejó la India para trasladarse a China (realizando este recorrido a pie, demostrando una gran resistencia física y mental),
Llegando al Monasterio de Shaolín, Ta-Mo encontró a los monjes en muy malas condiciones físicas, que les impedía practicar correctamente la meditación. Les dio nociones de higiene, medicina y les enseñó una serie de 18 ejercicios para mantener sus cuerpos con buena salud. La historia y la leyenda acuerdan que aquí comienza el Kung-Fu moderno. En espacio de unos siglos los monjes del Templo de Shaolín se hicieron célebres a través de toda China por su habilidad en las Artes Marciales. En el siglo XII, el General de la armad Imperial Yueh-Pu, creó el Shing-I, un estilo interno basado en su experiencia en combate con lanza. Algunos siglos más tarde, el monje Chang-San-Feng , impregnado de los principios taoístas, funda el Tai-Chi-Chuan , probablemente el más popular de los estilos internos.
Con la aparición de esos dos sistemas, la popularidad del Kung-Fu de Shaolín empezó a declinar. En el siglo XVI aparece Chuen-Yuan , de origen noble, experto en Artes Marciales, va al Templo de Shaolín y decide revisar los 18 ejercicios de Ta-Mo, y los convierte en 72 técnicas. Entonces viaja a través de China para ampliar sus conocimientos. Más tarde regresa al monasterio con otros dos expertos, Pai y Li. Juntos los tres crean un sistema completo de 170 movimientos incluyendo cinco estilos que luego servirán de base a decenas de otros.
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